La historia de Andree Brown

"Entregarme al equipo del NewYork-Presbyterian con total e incondicional confianza marcó la diferencia".
En marzo de 2011, Andree Brown se hizo una mamografía. "El médico leyó el informe en el acto y dijo: Definitivamente hay un problema aquí. No puedes irte hasta que haga una biopsia". Luego le indicaron que llamara inmediatamente a un cirujano. "No sabía qué me querían decir", recuerda Andree. "Y así es como comenzó todo. Me reuní con un cirujano en el NewYork-Presbyterian en cuatro días. Primero tuve que entregarme total e incondicionalmente al equipo del NewYork-Presbyterian con la confianza de que iban a desarrollar el plan correcto y realizar el procedimiento indicado de la manera adecuada. Fue muy difícil para mí porque esa no es mi personalidad.
"Hice lo que me dijeron que hiciera. Por ejemplo, me dijeron que debía beber un galón de agua y caminar cinco millas al día mientras recibía quimioterapia a diario, y lo hice", afirma Andree. "Lo único que quería hacer era arrastrarme a la cama, pero decidí que tenía que escucharlos. Poner toda mi confianza en ellos marcó una gran diferencia. Estoy muy contenta de haber podido hacer eso porque me dicen que estoy 99 % curada. Creo que se debió a que creí en ellos.
Un día, mientras esperaba al médico en una sala de examen, un joven cineasta de NY Med de ABC, que estaba haciendo un documental sobre el NewYork-Presbyterian, le preguntó a Andree si estaría dispuesta a participar en un documental sobre personas que estaban atravesando el tratamiento del cáncer. Al principio no estaba interesada en absoluto, pero luego Andree preguntó: "¿Ayudará a otras personas si digo que sí?". El cineasta respondió: "Definitivamente". Así que me siguieron y el programa apareció en ABC. Fue catártico hablar sobre el proceso mientras sucedía y poder decir cómo me sentía en ese momento porque pude dejar atrás esos sentimientos y seguir adelante".
Andree se sometió a una mastectomía, a quimioterapia y a tratamiento farmacológico. "La parte más aterradora es cuando te dan el diagnóstico y te dicen ‘esto es a lo que te enfrentas’, no cuando lo estás viviendo. La anticipación es lo peor".
Mientras estaba en tratamiento, se desempeñó como mentora de otras personas que acababan de ser diagnosticadas. "Weill Cornell, mis médicos y mis amigos me apoyaron enormemente", recuerda Andree. "Gracias a eso, me sentí empoderada y con la capacidad de apoyar a otros pacientes. Hablaba con ellos sobre mi experiencia y la de ellos. Algunos de los pacientes en su proceso tuvieron dificultades para tomar en serio el diagnóstico de cáncer, lo que entiendo completamente. Estaban negando el hecho de que tenían cáncer y que era muy grave. Pagaron por eso. También son los primeros que me dicen esto".
Casi cinco años después, Andree sigue siendo un recurso positivo para los pacientes de cáncer. "Vivo en un mundo donde la palabra cáncer sigue siendo aterradora", dice Andree. "Mi objetivo es ayudar a que otras mujeres con cáncer se sientan más tranquilas, para que puedan depositar su confianza en las personas que van a cuidar de ellas, y para que puedan decir que este es solo un capítulo de sus vidas. Me doy cuenta de que cuanto más comuniquemos esto, más útil será a largo plazo".